La pereza, también conocida como holgazanería, es un tema abordado en la Biblia.
La palabra de Dios nos enseña que la diligencia y el trabajo son virtudes que debemos cultivar.
La pereza afecta el bienestar físico y emocional.
Vamos a compartir algunos versículos que nos advierten sobre los peligros de la pereza y nos animan a ser trabajadores y diligentes en todas nuestras labores.
Vamos al libro de los
Proverbios 6:6-11
Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual, no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar por un poco las manos para reposo; así vendrá tu necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre armado.
Estos versículos nos invitan a observar a la hormiga, un ejemplo de diligencia y previsión. La hormiga trabaja sin supervisión y se prepara para el futuro, lo que contrasta con la actitud del perezoso, quien aplaza lo que debe hacer y enfrenta las consecuencias de no actuar.
Continuemos en
Proverbios 10:4-5
La mano negligente empobrece; más la mano de los diligentes enriquece. El que recoge en el verano es hombre entendido; el que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza.
Aquí se nos muestra que la diligencia conduce a la prosperidad, mientras que la negligencia y la pereza resultan en pobreza y vergüenza.
El trabajo diligente es honrado por Dios y lleva a la bendición.
Veamos ahora a
Proverbios 13:4
El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada.
La pereza afecta las finanzas y relaciones.
El perezoso desea bendiciones y logros, pero no los alcanza porque no está dispuesto a trabajar por ellos.
En cambio, los diligentes prosperan porque su esfuerzo y dedicación son recompensados.
Jesús abordo este tema en la parábola de los talentos ,vamos a
Mateo 25:26-30:
– “Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.”
– En esta parábola, Jesús enseña sobre la responsabilidad y el uso de los talentos y recursos que Dios nos ha dado.
La pereza y la negligencia no permiten disfrutar del reino de Dios aquí en la tierra.
La palabra nos exhorta a ser diligentes y ser Trabajadores.
Ahora vamos a:
Colosenses 3:23:
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.
Este versículo dice que nuestro trabajo debe ser realizado con excelencia y dedicación, no solo para agradar a los hombres, sino para honrar a Dios.
La diligencia en nuestras labores es una forma de adoración y servicio al Señor.
Continuemos con:
2 Tesalonicenses 3:10-12
Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que, trabajando sosegadamente, coman su propio pan.
Pablo exhorta a los creyentes a trabajar y ser autosuficientes, advirtiendo contra la pereza y el desorden.
El trabajo no solo proporciona sustento, sino que también contribuye a una vida ordenada y respetable.
La pereza es un enemigo del progreso.
La palabra nos insta a ser diligentes, a trabajar con dedicación y a utilizar nuestros talentos para la gloria de Dios.
Al seguir estos principios, no solo evitamos las consecuencias de la pereza, sino que también experimentamos las bendiciones de una vida productiva y plena.
Para finalizar debemos tener en cuenta lo que dice en
1 de Corintios 13:13
Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor. Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor