Esta verdad se encuentra en Efesios 1:3-4, donde el apóstol Pablo nos muestra cómo Dios nos eligió y bendijo antes de la creación, vamos a leerlo:
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él.
Desde antes de la creación del mundo, Dios nos escogió.
Esta elección divina no se basa en nuestros méritos o logros, sino en Su gracia y amor.
Ser escogidos por Dios significa que somos parte de Su plan eterno y que nuestra identidad está firmemente arraigada en Su propósito.
El propósito de nuestra elección es que seamos santos y sin mancha delante de Dios. A través de la obra redentora de Cristo, somos justificados y santificados.
Esta santidad no es algo que logramos por nosotros mismos, sino que es por gracia, es decir por lo que él hizo por nosotros ,como lo dice en:
Colosenses 1:22
En su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentarnos santos y sin mancha e irreprensibles delante de él.
Saber que somos escogidos y bendecidos por Dios desde antes de la fundación del mundo nos da una seguridad inquebrantable en nuestra identidad en Cristo.
Ser bendecidos desde antes de la fundación del mundo nos revela el amor y el plan eterno de Dios para nosotros.
Para finalizar debemos tener en cuenta lo que dice en
1 de Corintios 13:13
“Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor. Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor