Estar fortalecidos en la fe nos generara paciencia para perseverar en medio de la adversidad.
Para esto es necesaria la relación personal con Dios, repetimos “es necesaria” es decir no se puede remplazar con nada.
Es necesario leer la palabra de Dios.
La fe se fortalece cuando escuchamos la palabra de Dios y es revelada en nuestras vidas como dice en Romanos 10:17
En esta relación es necesaria la oración, es nuestra conexión constante con Dios.
A través de la oración, no solo pedimos a Dios fortaleza y sabiduría, sino que también encontramos paz y consuelo en su presencia al presentar las peticiones como dice en:
Filipenses 4:6-7, Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Cuando oramos, entregamos nuestras cargas a Él y disfrutaremos de la siguiente promesa: su paz reine en nuestros corazones.
Esta paz no significa que las dificultades desaparecerán, pero nos asegura que no estamos solos y que Dios está en nosotros en cada paso del camino.
Además, la oración nos fortalece y nos da la sabiduría para tomar decisiones correctas en medio de la adversidad.
Las pruebas que superamos nos permiten ser una fuente de aliento y esperanza para otros que están atravesando situaciones similares. Nuestro ejemplo de fe en medio de las dificultades puede inspirar a otros a confiar en Dios y a buscar su ayuda en tiempos de necesidad.
Además, nuestras experiencias de adversidad nos preparan para ser más compasivos y comprensivos con los demás.
La adversidad, aunque dolorosa, es una herramienta poderosa en las manos de Dios para moldearnos y usarnos para su gloria.
Como lo revela en
2 Corintios 1:3-4
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier tribulación, con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.
Así, la adversidad no solo fortalece nuestra fe, sino que también nos capacita para ser instrumentos de consuelo y esperanza en la vida de otros.
Oramos para darnos animo unos a otros para que por ningún motivo abandonemos la relación personal diaria con Dios
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Para finalizar debemos tener en cuenta lo que dice en
1 de Corintios 13:13
Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor. Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor