En la vida enfrentamos desafíos y dificultades, pero tenemos la certeza de que Dios nunca nos deja solos.
Su amor es constante, inmenso y eterno. Está presente en cada momento de nuestras vidas.
La Biblia está llena de promesas que nos aseguran la presencia constante de Dios en nuestras vidas, por ejemplo:
En Deuteronomio 31:6, dice:
Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.
Esta promesa nos revela que, sin importar las circunstancias, Dios está en nosotros.
No importa lo solitarios que podamos sentirnos, nunca estamos verdaderamente solos.
Dios es como un Padre amoroso está pendiente y cuidando de sus hijos.
Incluso en los momentos más oscuros, cuando parece que todo se derrumba a nuestro alrededor, su presencia nos sostiene.
La fe nos da la fuerza para seguir adelante, para no rendirnos, sabiendo que nuestro Padre celestial nos acompaña en cada paso que damos.
El amor de Dios es incondicional, un amor que no depende de nuestros méritos o acciones. Como se menciona en:
Romanos 5:8
Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Este versículo nos revela la magnitud del amor divino.
Este amor incondicional es un regalo que nos transforma. Es un amor que perdona, que sana, que nos libera del peso de la culpa y del miedo.
Es un amor que nos acerca a Dios con confianza, sabiendo que siempre seremos recibidos con los brazos abiertos.
No hay falta tan grande, ni error tan grave, que pueda separarnos del amor de Dios
La Biblia nos ofrece numerosos ejemplos de cómo Dios nunca abandona, por ejemplo:
Pensemos en la historia de José, quien fue vendido como esclavo por sus hermanos, acusado falsamente y encarcelado. A pesar de todas estas adversidades, Dios nunca lo abandonó. Al final, José fue exaltado y usado por Dios para salvar a muchas vidas durante la hambruna en Egipto, esta historia la encontramos en Génesis del capítulo 37 al 50
Otro ejemplo es el del profeta Elías, quien, después de haber derrotado a los profetas de Baal, huyó al desierto, temeroso por su vida. En su desesperación, Elías llegó a un punto de desánimo extremo, pero Dios lo sostuvo, le dio alimento, fuerza, y le habló en un susurro apacible, recordándole que no estaba solo, esta historia la encontramos en 1 Reyes 19.
Estos relatos nos enseñan que, incluso en nuestros momentos de mayor angustia, Dios está presente, nunca nos abandona, actuando en nuestras vidas de maneras que a veces no comprendemos.
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Para finalizar debemos tener en cuenta lo que dice en
1 de Corintios 13:13
Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor. Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor
3 comentarios en «¿DIOS NOS ABANDONA?»
Gracias por la Palabra diaria, Amén.
Gracias por la Palabra diaria, Amén.
Gracias por la Palabra diaria, Amén.