Dios no solo nos perdona, sino que también nos adopta como sus hijos, restaurando nuestra relación con Él.
El perdón que hemos recibido en Cristo nos libera de la culpa y la vergüenza que pueden paralizar nuestras vidas.
Saber que somos perdonados, nos permite vivir con una conciencia limpia, sin temor al castigo, sino sabiendo que por amor Dios nos disciplina.
Esta verdad al ser revelada nos transforma, y renueva nuestra manera de pensar, cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo tratamos a los demás.
Si Dios nos ha perdonado, preguntémonos:
¿cómo no perdonar a quienes nos han ofendido?
Oramos para aplicar el perdón diario en nuestras relaciones, Como dijo Jesús en :
Mateo 18:21-22
21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo:
Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.
- la Presencia de Dios
Dios nos revela que su presencia está en nuestro interior, vamos a:
Jesús prometió en Mateo 28:20
Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
No importa dónde estemos o qué estemos enfrentando, Dios está en nosotros, somos el templo del Dios viviente, esto lo encontramos en:
1 Corintios 3:16
16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Conocer que Dios está siempre en nosotros, nos da valor para enfrentar nuestros miedos y nos consuela en momentos de tristeza.
En nuestro día a día, debemos tener presente que podemos acercarnos confiadamente al trono de Gracia por medio de la oración, sin intermediarios y por fe sabemos que Dios escucha, pero también responde.
Debemos orar por su guía y fortaleza en cada decisión y situación.
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Para finalizar debemos tener en cuenta lo que dice en
1 de Corintios 13:13
Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor. Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor