Las pasiones y deseos descontrolados pueden fácilmente dominar la vida, Dios nos llama a vivir con disciplina, dominio propio y moderación en todas las áreas de nuestra vida.
La templanza no es algo que podamos alcanzar con nuestras propias fuerzas, inteligencia o capacidad.
La templanza es un fruto del Espíritu que obra en nosotros, para vivir con autodisciplina y control en todas las áreas de nuestra vida, esto lo dice en
Gálatas 5:22-23
Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
La templanza no significa represión, sino control saludable y sabio de nuestros deseos y emociones.
Es la capacidad de decir “no” a lo que no nos edifica.
La gratificación instantánea es promovida constantemente, la templanza nos permite vivir con sabiduría, evitando caer en excesos o en hábitos destructivos.
Dios nos llama a vivir con moderación en las diferentes áreas de la vida.
El apóstol Pablo en 1 Corintios 9 utiliza la analogía de un atleta para describir cómo debe ser nuestra vida.
Un atleta se disciplina para alcanzar la meta, y nosotros debemos disciplinarnos para vivir de acuerdo con la palabra de Dios, para disfrutar del reino aquí en la tierra.
La templanza implica hacer sacrificios y rechazar los placeres momentáneos por algo mucho más valioso: nuestra relación con Dios para disfrutar de lo sobrenatural.
Vivimos en una sociedad donde el consumo excesivo es común. Ya sea en las redes sociales, en la comida, en el trabajo o en las compras, muchas veces perdemos el control.
La templanza no solo se refiere a nuestros deseos y pasiones, sino también a cómo manejamos nuestros recursos y tiempo
Dios mediante mañana continuamos con este tema
Para finalizar vamos a
Mateo 6:6
Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará en público.