Vamos a leerlo
¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?
Bendecidos el versículo comienza con una exclamación fuerte: “¡Oh gálatas insensatos!”
Antes de continuar veamos la definición de insensato
se refiere a la persona que no actúa con sabiduría y que desprecia la palabra de Dios, por esta razón, pasa a vivir en el error y la ignorancia.
Es decir que Pablo se está dirigiendo a un grupo de personas que estaban desechando la Gracia de Dios
Y la pregunta que sigue es:
“¿Quién os fascinó?”
Es como si dijera:
“¿Cómo es posible que hayan sido engañados tan fácilmente, cuando el mensaje del Evangelio les fue predicado con tanta claridad?”
Esta palabra no es solo para los gálatas del primer siglo, sino para nosotros hoy.
En un mundo lleno de confusión espiritual, donde muchos mezclan la gracia con la doctrina del hombre o simplemente la desechan, esta advertencia sigue vigente.
El término “insensatos” no indica una falta de inteligencia, sino una falta de discernimiento espiritual. Es insensato quien, habiendo recibido la gracia de Dios, intenta luego perfeccionarse mediante obras de la ley o cae en doctrinas de hombre.
Continuando en el versículo dice:
“¿Quién os fascinó?”
La palabra “fascinó” es una seducción, como si hubieran caído bajo una influencia engañosa.
El legalismo religioso o la doctrina del hombre se disfraza de piedad, de disciplina, de “santidad”, pero en realidad, es una negación práctica de la suficiencia de Cristo.
El Evangelio es claro: somos salvos por gracia, por medio de la fe, y no por nuestras obras (Efesios 2:8-9). Si añadimos cualquier cosa a la obra de Cristo, hemos abandonado la verdad.
Y finaliza el versículo diciendo:
“Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado”
Cristo crucificado, Esta es la esencia del Evangelio.
No se trata de ritos, ni ceremonias, ni de reglas, ni de sistemas religiosos, sino de Cristo, y Su obra en la cruz.
Cuando predicamos a Cristo crucificado, predicamos la gracia de Dios.
Predicamos que Él llevó en Su cuerpo nuestros pecados, que fue condenado en nuestro lugar, y que en Él tenemos perdón, justicia, y vida eterna.
No hay nada que añadir.
La cruz no es un símbolo religioso: es el acto central de la historia redentora. Fue allí donde se selló nuestra justificación para siempre.
Aquí hay una lección importante: no basta con haber oído la verdad una vez. Debemos perseverar en la relación personal con Dios, para mantenernos firmes en la fe.
No necesitamos ritos extras, ni reglas humanas, ni añadir a la obra de Cristo en la cruz.
Descansa en la gracia. Y predica a Cristo crucificado, el único fundamento.
Para finalizar Debemos animarnos unos a otros, para ser hacedores de lo que dice en:
Mateo 6:6
Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará en público.