El resentimiento se refleja en diversos sentimientos
y actitudes, como la hostilidad hacia algo o alguien,
la ira no resuelta sobre un acontecimiento,
el enfurecimiento o la incapacidad para perdonar.
Vamos primero a una historia:
El profesor nos había pedido que lleváramos papas
y una bolsa resistente. Ya en clase nos dijo que eligiéramos una papa por cada persona a
la que le guardábamos resentimiento.
Escribimos su nombre en ella y la pusimos dentro
de la bolsa. Algunas bolsas eran realmente pesadas.
El ejercicio consistía en que debíamos llevar con nosotros esa carga a todos lados durante una semana.
Naturalmente, la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo. El fastidio de acarrear
esa bolsa en todo momento me mostró claramente
el peso espiritual que cargaba a diario y como
mientras ponía mi atención en ella para no
olvidarla en ningún lado, desatendía cosas
que eran más importantes para mí.
Este ejercicio fue una gran metáfora del precio
que pagaba a diario por mantener el resentimiento
por algo que ya había pasado y no podía cambiarse.
Me di cuenta que cuando me llenaba de resentimiento, aumentaba mi estrés, no dormía bien
y mi atención se dispersaba.
Vamos ahora a la biblia en
Génesis 50:15
Al ver los hermanos de José que su padre
había muerto, dijeron: Quizá José guarde rencor
contra nosotros, y de cierto nos devuelva
todo el mal que le hicimos.
La historia cuenta que los hermanos de José
lo trataron muy mal cuando estaba en la casa,
incluso llegaron a pensar en matarlo, sin embargo, Rubén no lo permitió; y por idea de Judá
lo vendieron como esclavo.
¿Existían razones para que José
tuviera resentimiento contra sus hermanos?
En lo natural; todas, y por eso sus hermanos
llegaron a esta conclusión; “Quizá José guarde rencor contra nosotros, y de cierto nos devuelva todo el mal que le hicimos”.
Al leer la historia de la vida de José notamos que
nunca experimento resentimiento,
odio o rencor contra sus hermanos porque
su mirada estaba puesta en Dios, vamos a:
Génesis 50:19-21
19 Y les respondió José:
No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?
20 Vosotros pensasteis mal contra mí,
mas Dios lo encaminó a bien,
para hacer lo que vemos hoy,
para mantener en vida a mucho pueblo.
21 Ahora, pues, no tengáis miedo;
yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos.
Así los consoló, y les habló al corazón.
Dios nos llamó a vivir en libertad, y por eso debemos manifestar el fruto del espíritu en nuestro comportamiento.
Para finalizar recordemos lo que dice en:
Mateo 6:33
33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.