Érase una vez un lobo el cual, comiendo carne,
sufrió el atasco de un hueso en su garganta.
Esta empezó a hinchársele y a generarla gran dolor, corriendo el lobo desesperado intentando sacárselo o encontrar ayuda. Durante su camino encontró una grulla, a la cual tras explicarle la situación suplicó ayuda prometiéndole darle lo que le pidiera.
A pesar de que desconfiaba, la grulla aceptó con la condición de que el lobo cumpliera lo pactado.
El ave procedió a introducir su cabeza por su garganta, consiguiendo que el hueso se desprendiera.
Se retiró y observó como el lobo se recuperaba, pudiendo ahora respirar con normalidad,
tras lo cual le pidió que cumpliera con lo prometido.
Sin embargo el lobo contestó que suficiente recompensa era no haberla devorado pese a haberla tenido entre sus dientes.”
Esta historia nos muestra como muchas personas buscan solo su propio beneficio, son ingratos y manipulan.
Pero la palabra de Dios dice todo lo contrario
1 Corintios 10:24
24 Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.
Oramos para ser sabios en nuestras relaciones interpersonales, para cada día caminar en victoria sabiendo que al Señor servimos
y de el esperamos la recompensa.
Para finalizar vamos a la siguiente promesa
de Dios para tu vida en Efesios 3:20
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas
las cosas mucho más abundantemente
de lo que pedimos o entendemos,
según el poder que actúa en nosotros