En Apocalipsis 22:9 le habla el ángel al apóstol Juan Pero él me dijo: No hagas eso. Soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios
Vivimos en un mundo lleno de distracciones, tentaciones e idolatría que constantemente
buscan nuestra adoración.
Sin embargo, el llamado divino es claro y directo:
adora a Dios y a nadie más.
La adoración genuina implica un reconocimiento profundo de la majestuosidad y la santidad de Dios.
Es un acto de humildad y reverencia que nos recuerda nuestra dependencia absoluta de Él.
En un mundo donde las distracciones pueden desviar nuestra atención, el mandato de adorar a Dios nos insta a centrarnos en lo eterno.
Adorar a Dios no es simplemente un ritual o una formalidad; es una expresión íntima del amor y la devoción que sentimos por nuestro Creador.
La adoración auténtica fluye de un corazón agradecido que reconoce la Soberanía del Todopoderoso.
Es un acto de entrega total, donde ofrecemos nuestras vidas como sacrificio vivo y agradable a Dios, como dice en Romanos 12:1
En medio de un mundo que nos invita constantemente a adorar ídolos, debemos tener presente el mensaje de Apocalipsis 22:9,
Adora solo a Dios.
No estamos solos en esta llamada a la adoración; somos coherederos con Cristo y compañeros de los profetas que han proclamado la verdad de Dios a lo largo de la historia.
Que nuestra adoración sea un testimonio vibrante de nuestra relación personal con el Dios vivo y verdadero.
En cada acto de adoración, recordemos que somos consiervos, hermanos y hermanas en Cristo, llamados a vivir en unidad y devoción a nuestro Creador.
Para finalizar debemos tener en cuenta lo que dice en
1 de Corintios 13:13
Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor. Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor