El final de un año es un momento de reflexión, para mirar hacia adelante, con esperanza y fe, hacia el futuro que Dios tiene preparado para nosotros.
El Apóstol Pablo en
Filipenses 3:13-14 dice
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está adelante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
La palabra nos revela en estos versículos:
1.-“olvidar lo que queda atrás”
2.-“extendernos a lo que está adelante”.
El fin de año nos invita a hacer un balance de nuestras vidas, pero también a proseguir con esperanza, a no quedarnos atrapados en el pasado, sino a avanzar con confianza en lo que Dios tiene preparado en el futuro.
El primer paso al cerrar un año es reflexionar sobre lo que hemos vivido.
El apóstol Pablo no niega que el pasado tenga importancia, pero dice:
“olvidando lo que queda atrás…”.
Cada año está lleno de momentos que nos moldean: victorias, pero también desafíos, luchas y, quizás, fracasos.
Pero debemos aprender a mirar al pasado no con remordimiento, sino con gratitud y lecciones aprendidas.
Podemos decir, como Pablo:
“Olvido lo que queda atrás”,
porque no nos define.
Pablo nos exhorta a
“extendernos a lo que está adelante”.
Esto nos habla de un propósito y un enfoque hacia el futuro.
El nuevo año trae nuevas oportunidades, nuevas metas, nuevos desafíos.
El llamado de Dios para nuestras vidas no se detiene al final de un año.
Para finalizar debemos tener en cuenta lo que dice en
1 de Corintios 13:13
“Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor. Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor