Primero recordemos lo que dice el versículo;
Estamos atribulados en todo, pero no angustiados;
en apuros, pero no desesperados; perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos.
Ayer vimos los dos primeros, hoy continuamos con:
. Perseguidos, pero no Desamparados:
La persecución es una realidad para muchos cristianos alrededor del mundo.
Pablo mismo experimentó una intensa persecución por su fe.
No obstante, él dice que no está desamparado. Aunque los hombres lo persigan, sabe que Dios nunca lo abandonará.
En hebreos 13:5 dice: “Porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.”
Esta promesa nos da la seguridad de que, sin importar cuán solos nos sintamos en nuestras pruebas, Dios está con nosotros.
Su presencia nos sostiene y nos fortalece, para seguir adelante por fe.
Derribados, pero no Destruidos:
Ser derribado implica caer, enfrentar derrotas o fracasos.
Pero Pablo hace una distinción importante: aunque podamos caer, no estamos destruidos. La destrucción implica un fin definitivo, una pérdida total.
Pero con Dios, siempre hay una nueva oportunidad, una nueva esperanza.
En Proverbios 24:16 dice: Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; más los impíos caerán en el mal.
Esta promesa nos asegura que, aunque enfrentemos caídas, Dios nos levantará. Nuestras fuerzas provienen de Él.
Aunque enfrentemos tribulaciones, apuros, persecuciones y caídas, no debemos debilitarnos en la fe.
Dios está con nosotros en cada paso del camino, dándonos la fortaleza para superar la adversidad.
Oramos para mantenernos firmes en la fe, confiando en las promesas de Dios y sabiendo que, a través de todas las adversidades, Él nos sostendrá y nos guiará.
Fortalecidos en la fe, para confiar en sus promesas y la esperanza para enfrentar cada día con valentía.
Para finalizar debemos tener en cuenta lo que dice en
1 de Corintios 13:13
“Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor. Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor