CONTINUACION SOMOS HIJOS DEL DIOS VIVO

Seguimos en el versículo 7 dice

  ya no somos esclavos, sino hijos.

  La esclavitud al pecado, al miedo, a la culpa y a la condenación. Pero en Cristo, hemos sido liberados.

 Esta liberación no es solo una idea teológica, sino una realidad práctica que debe influir en nuestra vida diaria.

Como hijos de Dios, no debemos vivir con una mentalidad de esclavitud.

Oramos a Dios para que alumbre nuestro entendimiento para ver que estamos libres y no esclavos del pecado, el miedo o la condenación.

debemos vivir con la libertad y la confianza de los hijos de Dios, sabiendo que somos amados y aceptados por nuestro Padre celestial.

 Nuestra identidad como hijos debe ser el fundamento sobre el cual construimos nuestras vidas.

Finalmente, Pablo nos dice que, si somos hijos, también somos herederos de Dios por medio de Cristo.

Ser heredero significa que tenemos una herencia garantizada.

 Esta herencia incluye todas las bendiciones espirituales que Dios ha prometido a sus hijos. En Efesios 1:3, Pablo dice que Dios nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.

Esto incluye la vida eterna, la presencia constante de Dios en nuestra vida generando la paz que sobrepasa todo entendimiento, y la promesa de un futuro glorioso con Él.

La herencia que recibimos nos capacita para vivir vidas victoriosas, llenas de propósito y significado.

 Nos da esperanza en tiempos de dificultad y nos asegura que, pase lo que pase, estamos seguros en las manos de nuestro Padre celestial.

¿Cómo debemos responder a esta verdad? Primero, debemos vivir con gratitud. Al reconocer que somos hijos y herederos de Dios, nuestro corazón debe llenarse de agradecimiento por todo lo que Él ha hecho por nosotros.

Segundo, debemos vivir con confianza y sin temor. Nuestra identidad como hijos de Dios nos da la seguridad de que estamos siempre bajo su cuidado y protección. 

Tercero, debemos compartir esta verdad con otros. Muchas personas viven sin conocer su verdadero valor y Nosotros, como hijos de Dios, tenemos la responsabilidad de compartir el amor y la gracia de nuestro Padre con los demás.

En conclusión, Gálatas 4:6-7 nos recuerda que somos hijos de Dios, liberados de la esclavitud del pecado y hechos herederos de todas sus promesas.

Esta verdad transforma nuestra identidad, nuestra manera de vivir y nuestra relación con Dios.

Oramos para vivir diariamente con la seguridad y el gozo de ser un hijo amado de Dios, confiando en su provisión y compartiendo su amor con el mundo.

Dale me gusta y comparte para que la palabra corra 

Para finalizar debemos tener en cuenta lo que dice en

1 de Corintios 13:13

“Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor.  Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor”

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