LA PROMESA DE DIOS DE TRANSFORMAR NUESTRAS VIDAS

La Biblia está llena de promesas de Dios hacia su pueblo, por ejemplo:

 la promesa de transformar nuestras vidas. Esta transformación no es simplemente un cambio superficial, sino una renovación profunda que afecta cada aspecto de nuestro ser.

Vamos a compartir algunos versículos:

1.-Romanos 12:2 dice:

 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Este versículo nos exhorta a no conformarnos a los patrones de este mundo, sino a ser transformados mediante la renovación de nuestra mente.

La transformación comienza en nuestra forma de pensar.

 la Palabra de Dios alumbra nuestro entendimiento para ver el mundo y nuestras vidas conforme a la palabra de Dios.

Esta renovación nos revela la voluntad de Dios, lo cual es esencial para vivir una vida que le agrada.

La renovación de la mente implica dejar atrás acciones, actitudes y hábitos que hacen parte de los deseos engañosos.

 Es un proceso continuo de leer, meditar y pedir a Dios que revele su palabra, para aplicarla en nuestra vida diaria.  

2 corintios 5:17 dice:

De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Este versículo nos asegura que, en Cristo, somos una nueva creación. Las viejas cosas – nuestras fallas y debilidades – han pasado.

 Dios nos da un nuevo comienzo, una nueva identidad y una nueva vida.

Esta trasformación es radical y completa, afectando no solo nuestra conducta, sino también nuestra naturaleza.

La promesa de ser una nueva creación significa que no estamos atados a nuestro pasado.

Dios nos da la capacidad de superar nuestras fallas, nos da su poder y dominio propio para vivir de acuerdo a su propósito.

La transformación se manifiesta a través del fruto del Espíritu Santo en nuestra vida, que está identificado en:

Gálatas 5:22-23

 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

 Este fruto es el resultado de la relación personal con Jesucristo el Señor, No podemos producirlos por nuestra propia fuerza, capacidad o inteligencia natural, sino que son evidencia de que Dios está obrando en nuestro interior.

Esta transformación no sucede en un evento único, sino un proceso continuo, de crecimiento y renovación.

Para finalizar debemos tener en cuenta lo que dice en

1 de Corintios 13:13 

“Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor.  Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor

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