LA RELACIÓN PERSONAL CON DIOS

Esta No se trata de una religión, ni hacer ritos o penitencias, tampoco tiene que ver con sitios físicos, sino de una comunión diaria, constante con Dios, es decir nuestro Padre, que mora en cada uno de nosotros.

Antes de la obra redentora de Jesús, el pecado separaba a la humanidad de Dios y no existía esta relación personal.

Es decir, es un privilegio cada día poder hablar con Dios, sin importar el lugar o la hora del día.

La relación personal con Dios consta de:

1.- Nosotros hablamos con Dios, esto se llama oración

2.- Escuchamos a Dios, por medio de la lectura de su palabra

3.-Asistir a un estudio bíblico

4.-Congregarnos.

Para esta relación personal, Dios nos dio la promesa de su presencia en nosotros, para guiarnos, consolarnos y fortalecernos.

Por ejemplo, vamos a:

Mateo 28:20
“Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”

Jesús promete estar con nosotros en todo momento. Nunca estamos solos, Él nos acompaña, nos guía y nos da la fuerza para enfrentar cualquier situación.

Como lo dice en:

Hebreos 13:5
No te dejaré, ni te desampararé.

No importa las circunstancias, Dios está siempre en nuestro interior, ofreciéndonos Su amor y cuidado

la relación personal con Dios transforma nuestras vidas, reflejando Su carácter y Su amor en nuestras vidas, como dice en:

 

Romanos 12:2
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios, agradable y perfecta.

A medida que nos relacionamos con Dios, nuestra mente y corazón son transformados.

Ya no vivimos conforme a los estándares del mundo, sino que agradamos a Dios en todo lo que hacemos.

El resultado de la relación personal con Dios es el fruto del Espíritu en nuestra vida, por ejemplo, la paciencia, la fe, la bondad etc

A propósito del tema del día de hoy, cada día estamos terminando con una promesa hermosa de la relación personal con Dios, está la encontramos en

Mateo 6:6

Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará en público.

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