Primero vamos a ver una historia;
Una pareja de jóvenes tenía varios años de
casados, pero no habían podido tener hijos.
Para no sentirse solos, compraron
un cachorro pastor alemán y lo amaron como
si fuera su propio hijo. El cachorro creció hasta convertirse en un grande y
hermoso perro pastor alemán.
El perro salvó, en más de una ocasión, a la
pareja de ser atacada por ladrones.
Siempre fue muy fiel, quería y defendía a
sus dueños contra cualquier peligro.
Luego de siete años de tener al perro, la
pareja logro tener el hijo tan ansiado.
La pareja estaba muy contenta con su nuevo
hijo y disminuyeron las atenciones que
tenían con el perro. Este se sintió relegado y
comenzó a sentir celos del bebe y
ya no era el perro cariñoso y fiel
que tuvieron durante siete años.
Un día la pareja dejó al bebe plácidamente
durmiendo en la cuna y fueron a la terraza
a preparar una carne asada. Cuál no sería
su sorpresa cuando se dirigían al cuarto del bebé
y ven al perro en el pasillo con la boca
ensangrentada, moviéndoles la cola.
El dueño del perro pensó lo peor, sacó un arma
que llevaba y en el acto mató al perro.
Corre al cuarto del bebé y encuentra una
gran serpiente degollada.
El dueño comienza a llorar y exclama:
¡he matado a mi perro fiel!
Ahora preguntémonos ¿Cuántas veces hemos
juzgado injustamente a las personas?
Romanos 14:13
Así que, ya no nos juzguemos más
los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.
El camino a seguir es dejar de juzgarnos,
la palabra nos advierte en Romanos 2:1
Por lo cual eres inexcusable, oh hombre,
quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a
ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.
Dios nos muestra en su palabra que
debemos ser misericordiosos con los demás,
oramos para que Dios alumbre nuestro
entendimiento para ser obedientes a su palabra.
Para finalizar recordemos lo que dice en
Mateo 6:33
Mas buscad primeramente el reino de
Dios y su justicia, y todas estas cosas
os serán añadidas.