Iniciemos con la siguiente historia:
El tema del día era el resentimiento,
y el maestro nos había pedido que lleváramos
papas y una bolsa de plástico.
Debíamos tomar una papa por cada persona
a la que guardáramos resentimiento, escribir su nombre en la papa y guardarla en la bolsa.
Algunas bolsas eran realmente pesadas.
El ejercicio consistía en llevar la bolsa con nosotros durante una semana. Naturalmente, la condición de
las papas se iba deteriorando con el tiempo.
La incomodidad de acarrear esa bolsa en todo momento me mostró claramente el peso en mi alma que cargaba a diario y me señaló que,
mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla
en ningún lado, desatendía cosas más importantes.
Descubrí entonces que todos tenemos papas pudriéndose en nuestra alma.
Este ejercicio fue una gran metáfora del precio que pagaba a diario por mantener el resentimiento derivado de cosas pasadas, que no pueden cambiarse.
Me di cuenta de que cuando dejaba de lado los temas incompletos o las promesas no cumplidas,
me llenaba de resentimiento. Mi nivel de estrés aumentaba, no dormía bien
y mi atención se dispersaba.
El camino correcto es Perdonar.
La falta de perdón es como un tóxico que tomamos a gotas cada día, hasta que finalmente termina por envenenarnos.
Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro, y no nos damos cuenta de que los únicos beneficiados somos nosotros.
Muchas veces la persona a la que tienes que perdonar es a ti mismo, por todas las cosas que no fueron de la manera como pensabas.
En la palabra encontramos en Efesios 4:32
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros,
como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
También lo dice en Colosenses 3:13
Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Pedimos a Dios que en nuestro entendimiento sea claro este mensaje para vivir sin resentimientos por el poder de Dios que hace en nosotros una vida sobrenatural.
Para finalizar vamos a la siguiente promesa
de Dios para nuestra vida en Efesios 3:20
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas
las cosas mucho más abundantemente
de lo que pedimos o entendemos,
según el poder que actúa en nosotros