TRASFORMANDONOS DE GLORIA EN GLORIA

Pedro era  carpintero, vivía feliz con su trabajo
y su familia.
 Tenía una mujer y dos hijos
y las cosas no le iban nada mal. Pero el negocio
entró en una mala racha y el hombre
comenzó a ganar mucho menos dinero.

Empezaron los problemas económicos 
y luego éstos se trasladaron a la familia.
Hasta el punto, que Pedro entró en depresión.
No era capaz de ver la salida. Lo intentó todo,
cambió la forma de su negocio, pero no había manera… las cosas seguían sin funcionar.

Desesperado, Pedro atravesó el bosque en
busca de ayuda, la de un anciano sabio que
vivía en una  casa de madera. Allí, el anciano
escuchó muy atento las lamentaciones
y problemas de Pedro.

Cuando Pedro terminó de hablar, el sabio se levantó y le pidió que le siguiera a la parte trasera de la casa.

El anciano maestro le mostró a Pedro dos plantas que él mismo había plantado en medio de una explanada: un helecho y un bambú. Entonces, le contó su historia:

– Observa estas plantas. El bambú ahora te parecerá muy alto y robusto. Pero hace años llegué a pensar que nunca germinaría . Verás, yo enterré unas semillas de helecho y bambú al mismo tiempo. Me gustan las dos plantas y quería tenerlas en mi jardín.

El helecho en seguida se dejó ver, con sus preciosas y brillantes hojas verdes. Pero el bambú se negaba a asomar ni un poquito. Pasó un año y el helecho seguía creciendo y extendiéndose, mientras que el bambú seguía sin nacer. Y así estuve esperando, regándolo igual, otro año más, y otro…

Y a los cinco años al fin apareció el bambú. Entonces comenzó a crecer y a crecer con rapidez. De pronto alcanzó los 10 metros, luego 20… ¡y míralo ahora! ¡Es altísimo! Pero… ¿sabes por qué tardó el bambú tanto en salir al exterior?

Pedro pensó un rato pero no pudo dar con la respuesta.

– La verdad es que no se me ocurre nada…

– Porque el bambú estuvo cinco años dedicándose a fortalecer su raíz. Para poder crecer luego tanto, necesitaba tener una raíz grande y fuerte.
Por eso tardó tanto en crecer.

El anciano contempló el rostro asombrado de Pedro. Se dio cuenta de que al fin comenzaba a entender el mensaje, y continuó con su enseñanza,
regalándole todas estas reflexiones:

– Tanto el helecho como el bambú tienen un cometido diferente, y ambos son necesarios en el bosque.

– los días buenos te dan felicidad,
pero los malos, te dan experiencia.

– La felicidad te mantiene dulce, los intentos
fallidos te fortalecen, las desgracias
te hacen más humano, las caídas te mantienen humilde y el éxito te ofrecerá brillo.

Recuerda Pedro, si no consigues aún
lo que buscas, no desesperes.
Tal vez estés echando raíces.

Esta historia nos sirve para ilustrar la trasformación en la vida de las personas vamos a 1 Corintios 3:18
18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

Dios nos está transformando por medio de la relación personal con él, pero como en la historia para ver el fruto en cada uno es diferente en unos mas rápido como el helecho en otros más tiempo como el bambú .

También encontramos que El anciano nunca dejo de regar y cuidar la semilla así no viera que germinara, igual nosotros no debemos dejar nuestra relación personal con Dios. Debemos orar ,
leer la palabra y congregarnos porque
la palabra actúa en nosotros los creyentes .

El helecho tiene una función diferente al bambú, igual cada uno de nosotros tenemos funciones diferentes en el cuerpo de Cristo pero todos somos necesarios y con un mismo fin “que la palabra corra y sea glorificada”.

Así que no desmayemos porque el fruto del Espíritu se manifestara en cada uno de nosotros.

Para finalizar vamos a la siguiente promesa
de Dios para nuestra vida en Efesios 3:20 
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas
las cosas mucho más abundantemente
de lo que pedimos o entendemos,
según el poder que actúa en nosotros

 

 

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