Nancy era una niña de 8 años. Un día escuchó a su madre y a su Padre hablar acerca de su hermanito Jorge. Ella solo sabía que su hermano estaba muy enfermo y que su familia no tenía dinero. Planeaban mudarse para un complejo de apartamentos el siguiente mes porque su padre no tenía el dinero para las facturas médicas y la hipoteca. Solo una operación podría salvar a Jorge. Escuchó que su padre estaba gestionando un préstamo pero no lo conseguía. Escuchó a su padre murmurarle a su madre, quien tenía los ojos llenos de lágrimas, “Solo un milagro puede salvarlo.” Nancy fue a su cuarto y sacó un frasco de jalea lleno de monedas que mantenía escondido en el closet. Vació todo su contenido en el suelo y lo contó cuidadosamente. Lo contó una segunda vez, ¡una tercera! . La cantidad tenía que ser perfecta. No había margen para errores. Luego colocó todas las monedas en el frasco nuevamente, lo tapó y se escabulló por la puerta trasera y caminó 6 cuadras hasta la farmacia del pueblo. Esperó pacientemente su turno. El farmacéutico parecía muy ocupado con un cliente y no le prestaba atención. Nancy movió su pie haciendo un ruido. Finalmente, sacó una moneda del frasco y golpeó el mostrador. “¿Qué deseas?- le preguntó el farmacéutico en un tono bastante desagradable. “Bueno, yo también quiero hablarle acerca de mi hermanito,” le contestó Nancy en el mismo tono que usara el farmacéutico. “Está muy enfermo y quiero comprar un milagro.” “¿Qué dices?” dijo el farmacéutico “Su nombre es Jorge y tiene algo creciéndole dentro de la cabeza y mi padre dice que solo un milagro lo puede salvar. Así que, ¿cuánto cuesta un milagro? “Aquí no vendemos milagros, pequeña. Lo siento pero no te puedo ayudar” le contestó el farmacéutico ahora en un tono más dulce. “Mire, yo tengo el dinero para pagarlo. Si no es suficiente, conseguiré el resto. Solo dígame cuánto cuesta; El hermano del farmacéutico era un hombre elegante. Se inclinó y le preguntó a la niña: “¿Qué clase de milagro necesita tu hermanito?” “No lo sé.” Contestó Nancy con los ojos a punto de explotar. “Solo sé que está bien enfermo y mi mami dice que necesita una operación. Pero mi papá no puede pagarla, así que yo quiero usar mi dinero.” “¿Cuánto dinero tienes?- le preguntó el hombre de Chicago. “Pues que coincidencia.” Dijo el hombre sonriendo. “Un dólar con once centavos, es justo el precio de un milagro para hermanos menores.” Tomó el dinero en una mano y con la otra cogió a la niña del brazo y le dijo: “Llévame a tu casa. Quiero ver a tu hermano y conocer a tus padres. Veamos si yo tengo el milagro que tú necesitas.” Ese hombre de buena apariencia era el Dr. Carlton Armstrong, un cirujano especialista en neurocirugía. La operación se efectuó sin cargos y en poco tiempo Jorge estaba de regreso a casa y de buena salud. Los padres de Jorge hablaban felices de las circunstancias que llevaron a este doctor hasta su puerta. “Esa cirugía,” dijo su madre. “fue un verdadero milagro. Me pregunto cuánto habría costado. Nancy sonrió. Ella sabía exactamente cuánto costaba un milagro: un dólar con once centavos más la fe de una pequeña. ¿Hoy que milagro necesitas? En la biblia encontramos muchos milagros realizados por Dios, la buena noticia es que Dios ahora vive en cada uno de nosotros y continúa haciendo milagros, porque su poder nada lo limita, es por fe. Dios abrió el mar, derribo murallas, sanó enfermo, multiplico la provisión y los protegió, Él no ha cambiado es el mismo Dios Todopoderoso, el milagro sucede. Solamente debemos creer, es decir, obedecer la palabra de Dios porque esta se cumple, vamos a: Mateo 21:22 Para Dios no hay nada imposible ni difícil, por ejemplo, cuando el pueblo le pidió carne a Mouses; este le dijo a Dios que era imposible darle en el desierto carne a mas de 600.000 personas, pero Dios el Todopoderoso le dijo “ahora veras si mi palabra se cumple o no”. Al leer la historia encontramos que el pueblo comió un mes carne hasta saciarse, porque para Dios no hay nada imposible, el milagro sucede. Oramos al Dios vivo por el milagro que necesitas. Para finalizar recordemos lo que dice en: Mateo 6:33 |