Una madre solía orar en las noches con una hija pequeña, de unos seis años, al acostarla.
Una noche la madre le dijo:
– Hoy vamos a pedir a Dios un poco
más para que sane a la tía Luisa.
Oraron por la tía Luisa, cada noche,
durante un par de semanas.
Después, la madre no dijo nada y dejaron de pedir.
A la tercera o cuarta noche sin hacerlo, la niña preguntó:
– Mamá, ¿por qué no oramos por la tía Luisa?.
– Es que Dios ya la sano, respondió la madre.
– Y si la sano, -replicó la niña-
¿no deberíamos orar para darle las gracias?
Cuando necesitamos o queremos algo,
solemos orar muy juiciosos y enfocarnos en nuestra relación con Dios, pero cuando llega la respuesta nos olvidamos de dar las gracias, dejando de lado
muchas veces nuestra relación con Él.
En Lucas capitulo 17 nos dice que diez leprosos
le pedían a Jesús que los sanara, y ante la petición sucedió lo imposible, quedaron sanos de la lepra,
al continuar la historia dice en
Lucas 17:15-18
15 Entonces uno de ellos,
viendo que había sido sanado,
volvió, glorificando a Dios a gran voz,
16 y se postró rostro en tierra a sus pies,
dándole gracias; y éste era samaritano.
17 Respondiendo Jesús, dijo:
¿No son diez los que fueron limpiados?
Y los nueve, ¿dónde están?
18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria
a Dios sino este extranjero?
De los diez, solo uno regreso a dar
gracias y continuar con Jesús, los otros nueve
al ver que no tenían la enfermedad continuaron sus vidas sin tener en cuenta a Jesús.
En el salmo 103:2 dice
Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides
ninguno de sus beneficios.
Cada día en las oraciones hacemos peticiones,
pero también debemos ser agradecidos con el.
Para finalizar recordemos lo que dice en:
Efesios 3:20
20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros.