En tiempos de desafíos e incertidumbre, como los que estamos viviendo, encontramos consuelo y fortaleza en la Palabra de Dios que permanece para siempre, es la verdad y se cumple.
Vamos a leer lo que decía el rey David en
El Salmo 27:1 dice
Jehová es mi luz y mi salvación;
¿de quién temeré?
Jehová es la fortaleza de mi vida;
¿de quién he de atemorizarme?
El rey David en este versículo presenta lo que estaba en lo profundo de su alma, que es la siguiente: su confianza estaba solamente en el Señor.
Oramos para llegar al punto de que nuestra confianza este solamente El Señor, porque nos sostendrá en todo tiempo.
EL Señor es nuestra luz y salvación en las diferentes circunstancias que se presenten.
La fortaleza, seguridad, paz en medio de las diferentes situaciones proviene de nuestra relación personal con Dios.
El salmista comienza diciendo con firmeza:
“El Señor es mi luz y mi salvación”.
La luz representa la palabra de Dios que nos guía en medio de la oscuridad.
En los momentos de confusión y desesperanza, La palabra alumbra nuestro entendimiento revelando la verdad y brindándonos dirección.
La fe en Él nos permite ver más allá de las sombras de la incertidumbre y confiar en Su sabiduría infalible.
Continuando, el salmo enfatiza que el Señor es nuestra salvación. En un mundo lleno de desafíos y tentaciones, la promesa de salvación nos proporciona un fundamento sólido.
No estamos solos en nuestras luchas; el Señor es nuestro defensor y protector, la palabra dice que podemos decir confiadamente el Señor es nuestro ayudador y podemos acercarnos confiadamente a Él.
Esta seguridad en la salvación nos infunde valentía para enfrentar las adversidades con la certeza de que somos redimidos y amados por el Todopoderoso, que no nos abandona, ni nos desampara.
El salmista reconoce que, a pesar de las amenazas que puedan surgir, no tiene motivo para temer.
La confianza en la palabra de Dios no elimina las dificultades, pero nos permite atravesarlas con esperanza y paz.
En lugar de ceder al miedo, confiamos en el poder de Dios para sostenernos y guiarnos en cada paso.
El Salmo 27:1, encontramos un llamado a cultivar una fe inquebrantable en el Señor. Al reconocerlo como nuestra luz y salvación, encontramos consuelo en medio de la oscuridad y fortaleza en las pruebas.
Nuestra confianza en el Señor debe ser en todo momento, sabiendo que Él es nuestro refugio y fortaleza.
La presencia de Dios está en cada uno de nosotros y gracias a conocer esto, podemos enfrentar cualquier desafío con esperanza y confianza.
Par finalizar debemos tener presente lo que dice en:
1 Corintios 13: 13
“Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor. Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor”