Apocalipsis 4:11
11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.
Cuando un hombre consigue un logro, recibe reconocimiento. Sin embargo, es importante para no caer en vanagloria o arrogancia, reconocer la intervención del poder de Dios en nuestras vidas.
Vamos a la historia del rey Enrique V:
“Después de la batalla de Agincourt, que fue ganada por Enrique V, se dice que este rey estaba pensando que esta victoria traería grandes honores a él y a sus soldados, y queriendo reconocer la providencia divina en ella, ordenó que se diera lectura al salmo 115:1
Salmos 115:1
No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, Sino a tu nombre da gloria, Por tu misericordia, por tu verdad.
El rey bajó de su caballo e hizo lo mismo, la caballería y todos a un tiempo, desde el rey hasta el último soldado, se postraron tocando sus rostros en el suelo”.
El rey Enrique V reconoció que el poder de Dios le había dado la victoria, e hizo que todo su ejército le diera la Gloria a Dios.
Oramos para reconocer y dar la gloria a Dios para no caer en envanecimientos y el engaño de la jactancia.
Cuando una persona cumple sus metas, puede caer en el engaño de creer que fue solo por su esfuerzo dedicación, persistencia, capacidad e inteligencia, lo que impulsa a la persona a ser arrogante.
Pero debemos recordar, que la palabra nos advierte, vamos a:
1 Corintios 4:7
Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?
Este versículo nos recuerda que de Dios recibimos todo, por esto no hay razón de caer en la jactancia o vanagloria al conseguir los resultados y metas; todo lo contrario, nos debe llevar a reconocer y dar la gloria a Dios para que el entorno vea el poder del Dios Vivo.
Vamos a ver los milagros de Dios cada día por su poder.
Para finalizar Recordemos
Proverbios 28:25
Más el que confía en el Señor prosperará.