LA PACIENCIA

Primero vamos a la siguiente historia:

Había una vez un anciano sabio que vivía en un pequeño pueblo. Este anciano era conocido por su paciencia inquebrantable y su capacidad para mantener la calma en cualquier situación.
Todos en el pueblo lo buscaban cuando
necesitaban consejo o consuelo.

Un día, un joven impaciente se acercó al anciano y le preguntó: “Sabio anciano, ¿cómo logras mantener la paciencia en todo momento? Siempre estoy ansioso y me cuesta trabajo esperar.”

El anciano sonrió y le respondió: “Ven conmigo, joven”. Los dos se dirigieron hacia el bosque cercano. Mientras caminaban, el anciano le contó al joven la historia de un árbol majestuoso que creció en el corazón del bosque.

Hace muchos años, alguien plantó una pequeña semilla en este mismo lugar. Durante los primeros años, el árbol apenas creció. Pero, a pesar de las adversidades, continuó desarrollándose lentamente”.

El anciano señaló las ramas fuertes y las hojas verdes del árbol. “Este árbol enseña una lección valiosa. La paciencia es como la siembra de una semilla. Requiere tiempo y cuidado para florecer, pero cuando lo hace, los resultados son fuertes y duraderos.”

Luego el anciano tomo su biblia y le compartió Hebreos 10:36
 porque os es necesaria la paciencia,
para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.

El sabio le dijo que para disfrutar de las promesas de Dios, no puede faltar la paciencia, pero también es necesario hacer la voluntad de Dios, la cual se conoce al asistir a los estudios bíblicos y congregarse.

El joven reflexionó sobre las palabras del anciano mientras observaban el árbol. 

Comprendió que la paciencia no solo era la capacidad de esperar, sino también la perseverancia en medio de las dificultades y para poder lograr esto necesitaba la relación personal con Dios

El joven empezó a asistir a
los estudios bíblicos y a congregarse.
Con el tiempo, disfruto del fruto de la paciencia
y de las promesas de Dios.

Debemos tener en cuenta lo que dice la palabra en
1 Corintios 13:13
Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

 

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