LAS CONVERSACIONES

Colosenses 4:6
sea vuestra palabra siempre con gracia,
sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.

La sal, a lo largo de la historia, ha sido valorada no solo por su capacidad para realzar el sabor de los alimentos, sino también por su poder preservativo y purificador.

En este versículo, la metáfora de la sal se convierte en una guía para nuestras palabras y acciones.

La exhortación nos invita a llenar nuestras conversaciones con una mezcla única de amabilidad y respeto.

No se trata solo de comunicarnos por el mero hecho de hacerlo, sino de hacerlo de una manera que refleje el amor y la gracia que hemos recibido de nuestro Señor Jesucristo.

La sal que sazona nuestras palabras no solo da sabor, sino que también preserva la autenticidad y la pureza en nuestras interacciones diarias.

Vivimos en un mundo donde la comunicación puede ser rápida y efímera, donde las palabras pueden perder su valor en un parpadeo.

 Sin embargo, Colosenses 4:6 nos recuerda la importancia de la calidad sobre la cantidad, de la profundidad sobre la superficialidad en nuestras conversaciones.

La tarea, entonces, es doble. Primero, debemos ser conscientes de cómo hablamos y qué palabras elegimos.

 La amabilidad, la paciencia y la compasión deben impregnar cada expresión, y la verdad debe ser compartida con humildad y respeto.

Segundo, debemos de orar para responder de manera sabia y respetuosa, con las personas que nos encontramos en nuestro caminar diario.

Nuestras palabras pueden construir puentes, sanar heridas y brindar esperanza a aquellos que necesitan desesperadamente escuchar el mensaje del amor de Dios.

 Que nuestras palabras sean como la sal que da sabor y preserva, mostrando al mundo el amor transformador de Cristo.

Bendecidos, oramos para que nuestras respuestas manifiesten la gracia que hemos recibido.  

Del mismo modo, nuestras palabras pueden tener un impacto duradero en aquellos con quienes nos comunicamos.

Que cada expresión nuestra esté impregnada de amor y comprensión, de modo que podamos edificar y alentar a los demás.

Para finalizar debemos tener en cuenta lo que dice en

1 de Corintios 13: 13
Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor.  Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor

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