A menudo nos enfrentamos a situaciones que parecen imposibles de resolver.
Problemas en la familia, dificultades económicas, enfermedades, conflictos personales, emocionales y tantas otras circunstancias que nos superan y nos dejan sintiéndonos impotentes.
En estos momentos, podemos caer en la trampa de pensar que nuestras dificultades son demasiado grandes, incluso para Dios.
Pero, la Biblia nos recuerda una y otra vez que, lo que es imposible para nosotros, es posible para Dios.
En 2 Reyes 3:18, encontramos una historia que ilustra esta verdad.
El pueblo de Israel, junto con los reyes de Judá y Edom, estaban en una situación crítica. No tenían agua en medio del desierto.
En esta situación que era imposible de solucionar para el hombre, el profeta Eliseo les da una palabra de esperanza: Esto es cosa fácil para Dios.
Y efectivamente, Dios obró un milagro, proveyéndoles agua y dando la victoria sobre sus enemigos.
Este pasaje nos revela: para Dios todo es posible.
Lo primero que debemos hacer ante cualquier problema es recordar quién es nuestro Dios.
A menudo, cuando las dificultades nos abruman, perdemos de vista el poder de Dios. Nos enfocamos tanto en nuestros problemas que olvidamos que somos escogidos y amados por el Todopoderoso.
Él fue quien separó las aguas del Mar Rojo, quien alimentó a miles con unos pocos panes y peces, y quien resucitó a los muertos.
Si Dios pudo hacer todas estas cosas,
¿Cómo no va a poder resolver nuestras situaciones?
En nuestra vida diaria, cada vez que enfrentamos dificultades, debemos detenernos y recordar que Dios tiene el control.
Ya sea que estemos atravesando por problemas en el trabajo, enfermedad, dificultades familiares o crisis personales, debemos recordar que para Dios es posible la solución.
Muchas veces intentamos solucionar las cosas por nuestra cuenta, nos preocupamos, nos estresamos y agotamos nuestras fuerzas, cuando lo que Dios nos pide es que confiemos en Su soberanía y Poder
La palabra nos llama a caminar por fe, no por vista (2 Corintios 5:7). A menudo no entendemos cómo Dios va a obrar en nuestras circunstancias.
cuando oramos, debemos hacerlo con la plena confianza de que Dios escucha nuestras oraciones y que, para Él es posible.
La fe nos mantiene firmes en medio de la adversidad.
La enseñanza de 2 Reyes 3:18 es clara: para Dios es posible.
Lo que para nosotros parece una montaña insuperable, para Dios es una cosa fácil.
Recordemos siempre: Dios tiene el poder de cambiar cualquier circunstancia y obrar milagros en nuestra vida, porque para él es posible.
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Para finalizar debemos tener en cuenta lo que dice en
1 de Corintios 13:13
“Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor. Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor”