PERSEVERAR
Hace mucho tiempo, dos agricultores iban caminando por un mercado cuando se pararon ante el puesto de un vendedor de semillas, sorprendidos por unas semillas que nunca habían visto.
“Mercader, ¿qué semillas son estas?”, le preguntó uno de ellos.
“Son semillas de bambú. Vienen de Oriente y son unas semillas muy especiales”.
“¿Y por qué habrían sido de ser tan especiales?”, le espetó uno de los agricultores al mercader.
“Si os las lleváis y las plantáis, sabréis por qué. Sólo necesitan agua y abono”.
Así, los agricultores, movidos por la curiosidad, compraron varias semillas de esa extraña planta llamada bambú.
Tras la vuelta a sus tierras, los agricultores plantaron esas semillas y empezaron a regarlas y a abonarlas, tal y como les había dicho el mercader.
Pasado un tiempo, las plantas no germinaban mientras que el resto de los cultivos seguían creciendo y dando frutos.
Uno de los agricultores le dijo al otro: “Aquél viejo mercader nos engañó con las semillas. De estas semillas jamás saldrá nada”. Y decidió dejar de regar y abonarlas.
El otro decidió seguir cultivando las semillas con lo que no pasaba un día sin regarlas ni abonarlas cuando era necesario.
Seguía pasando el tiempo y las semillas no germinaban.
Ya iban 7 años, cuando el agricultor estaba a punto de dejar de cultivarlas, se sorprendió al encontrarse con que el bambú había crecido.
Y no sólo eso, sino que las plantas alcanzaron una altura de 30 metros en tan solo 6 semanas.
¿Cuánto podríamos decir que tardó realmente en crecer el bambú? ¿seis semanas? ¿o siete años y seis semanas?
Sería más correcto decir que tardó siete años y seis semanas.
¿Porqué? Porque durante los primeros siete años el bambú se dedica a desarrollar y fortalecer las raíces, las cuales van a ser las que luego de estos siete años pueda crecer tanto en solamente seis semanas.
Además, si en algún punto en esos primeros siete años dejamos de regarlo o cuidarlo, el bambú muere.
Ahora Vamos a:
Santiago 1:25
25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
En este versículo La palabra te muestra que en el evangelio es necesario perseverar. Hay un solo camino en el cual debes perseverar, una y otra vez, perseverar en la “perfecta ley”, pero no se refiere a la ley que le fue dada a Moisés en el antiguo pacto.
Esta “perfecta ley” aclara, hace énfasis que es “la de la libertad” es decir, el evangelio de la gracia de Dios.
Tu vida debe ser guiada por la palabra de Dios, por esta razón es vital que la leas cada día.
El resultado que tendrás al perseverar en la palabra es “ser bienaventurado en todo lo que haces”
Como en la historia que compartimos al inicio de los dos agricultores; El que persevero, abono y rego todos los días las semillas, en el tiempo pudo ver crecer el bambú
La palabra nos anima a no dejar de hacer el bien, es decir, perseverar en ser hacedores de la palabra, vamos a:
Gálatas 6:9
9 No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.
Vives por fe, no por vista.
El milagro sucede
Para finalizar Recordemos:
Proverbios 28:25
Más el que confía en el Señor prosperar