La misericordia es la bondad y compasión que Dios nos extiende, aunque merecemos juicio.
Es su inclinación a perdonar, no con base en lo que hemos hecho, sino en su amor incondicional.
En el Salmo 103:8-10 describe esta misericordia:
Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande en misericordia.
No contenderá para siempre, ni para siempre guardará el enojo.
No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.
Uno de los ejemplos más notables de la misericordia de Dios se encuentra en la historia del rey David.
Después de pecar gravemente contra Dios, David clamó por misericordia, y Dios lo perdonó.
En Salmos 51:1, David ora:
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
A pesar de la falta de David, Dios extendió su misericordia y lo restauró, lo que nos enseña que no importa cuán grande sea nuestra falta, Dios nos trata con Misericordia.
En Lucas 15:20-24, Jesús narra la parábola del hijo pródigo para ilustrar la misericordia del Padre celestial.
A pesar de que el hijo menor malgastó su herencia y vivió de manera deshonrosa, cuando regresó arrepentido, el padre lo recibió con los brazos abiertos y celebró su retorno.
Este es un ejemplo claro de cómo Dios nos recibe con misericordia.
Dios no solo nos muestra misericordia, sino que también nos llama a ser misericordiosos con los demás, como dice en:
Lucas 6:36
36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.
El Señor nos invita a perdonar ,como hemos sido perdonados, y a mostrar bondad, incluso cuando otros nos han hecho daño.
Un ejemplo práctico de esto es la historia de José y sus hermanos en el Antiguo Testamento. Aunque José sufrió injustamente por el odio de sus hermanos, cuando tuvo la oportunidad de vengarse, él los perdonó.
En Génesis 50:20muestra la respuesta misericordiosa de José:
Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien… para dar vida a muchos.
José optó por la misericordia en lugar de la venganza, reflejando el carácter de Dios en su trato con aquellos que lo habían perjudicado.
La misericordia debe ser una parte activa de nuestra vida.
No se trata solo de perdonar a aquellos que nos han ofendido, sino también de ayudar a los que están en necesidad, mostrar compasión hacia los vulnerables y actuar con bondad hacia todos.
Así como Dios nos ha perdonado, nosotros también debemos perdonar a los que nos han hecho mal.
En Efesios 4:32 nos exhorta:
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
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Para finalizar debemos tener en cuenta lo que dice en
1 de Corintios 13:13
“Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor. Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor”