Oramos para que Dios nos revele y alumbre nuestro entendimiento al leer lo que dice en El versículo 14 del capítulo 6 de la carta a los Romanos.
Vamos a leerlo:
Romanos 6:14
14 porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
La ley, con su poder condenatorio y sus exigencias perfectas, deja al descubierto nuestra incapacidad del hombre en cumplirla completamente.
Sin embargo, la gracia de Dios nos libera de la esclavitud del pecado.
La gracia no es solo un regalo pasivo; sino que nos capacita para vivir vidas transformadas.
Al reconocer que no estamos bajo la condena de la ley, sino bajo la gracia liberadora de Cristo, encontramos fortaleza para vivir en la victoria que la gracia nos ofrece.
El versículo 14 revela que el pecado no tiene dominio sobre aquellos que están bajo la gracia.
Esto implica una desconexión fundamental con el poder del pecado. La gracia no solo perdona, sino que también libera.
La gracia nos invita a vivir en la realidad de nuestra nueva posición en Cristo.
No somos esclavos del pecado; somos escogidos de Dios y liberados por su amor incondicional. Esta realidad debería impactar nuestra manera de vivir, fomentando una vida de gratitud, humildad y obediencia a la palabra de Dios, esto es por fe.
La gracia no es una licencia para el pecado, sino un llamado a una vida transformada por el amor redentor de Cristo.
Estar bajo la gracia significa que somos receptores del favor divino que va más allá del perdón; nos da la capacidad de vivir una vida que refleje la imagen de Cristo.
La gracia no solo nos salva del castigo del pecado, sino que también nos capacita para vivir de manera justa y santa, es decir una vida sobrenatural que solo puede dar Jesucristo el Señor.
Para finalizar, debemos tener presente lo que dice en
1 corintios 13:13
“Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor. Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor”