En el segundo capítulo de la primera carta de Pedro, encontramos el siguiente versículo
1 Pedro 2:4
4 acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, más para Dios escogida y preciosa.
En este versículo, La palabra al referirse a Jesucristo lo identifica como la “piedra viva”.
La expresión “piedra viva” encapsula la esencia misma de Jesucristo como el fundamento vital de nuestra fe.
Ahora, continuemos en
1 Pedro 2:5
5 vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.
La elección de la metáfora de “piedras vivas” es significativa. Las piedras vivas no son inertes ni pasivas; representan la vitalidad y la participación activa en la construcción espiritual. Cada creyente es una piedra viva, contribuyendo de manera única a la estructura completa.
Esta simbología refleja la diversidad y la interconexión dentro del cuerpo de Cristo, donde cada uno tiene un papel esencial en la edificación de la “casa espiritual”.
El versículo nos describe como la “casa espiritual”. Esto va más allá de una simple estructura; es la morada de la presencia divina, somos el templo de Dios.
Somos más que individuos aislados; somos parte de una obra maestra divina en construcción, cada uno desempeñando un papel crucial en el propósito más amplio de Dios.
La revelación se extiende al mencionar nuestro llamado como “sacerdocio santo”. Este título no es meramente honorífico; implica una responsabilidad y compromiso de vivir para Dios, para esto es necesaria su ayuda.
La palabra nos insta a vivir de tal manera que reflejemos la presencia de Cristo en todas las áreas de la vida, ofreciendo una visión tangible del amor y la gracia de Dios.
Oramos para que Dios nos afirme en su palabra
Para finalizar, debemos tener presente lo que dice en
1 corintios 13: 13
“Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor. Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor”