En el libro de Juan capítulo 15, Jesús se presenta como la Vid Verdadera, lo que quiere decir es que en el mundo se presentan muchas alternativas, pero no son la verdad.
En Juan 15:1, Jesús dice
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador
Esta metáfora pone de relieve la conexión vital entre los escogidos de Dios y su palabra.
Así como los pámpanos dependen de la vid para su nutrición y vitalidad, los creyentes dependen de la palabra de Dios que nutre y da vitalidad al alma.
Jesús enfatiza la necesidad de permanecer en Él para dar fruto. En
Juan 15:4 dice: Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Aquí, Jesús destaca la importancia de la conexión continua y activa con Él.
Permanecer en la Vid implica una comunión constante, una dependencia de la palabra de Dios en cada aspecto de la vida.
Este llamado a la permanencia refleja la idea de que nuestra vitalidad en el alma y la capacidad de dar fruto genuino están intrínsecamente vinculadas a nuestra relación continua con Jesucristo.
El fruto que se produce a través de esta relación personal con Jesucristo es duradero y significativo. No es efímero ni superficial, sino que perdura en el tiempo y tiene un impacto eterno.
Solo al permanecer en la Vid Verdadera podremos disfrutar de la plenitud de vida que solo Jesucristo puede ofrecer.
Para finalizar debemos tener en cuenta lo que dice en
1 de Corintios 13:13
“Y ahora permanece la fe, la esperanza y el amor. Estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor”